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domingo, 7 de julio de 2013

¿ESTO NOS ESTA PASANDO A LA INMENSA MAYORIA EN EL PLANETA TIERRA?¡¡¡NO HAY QUIÉN NOS REPRESENTE!!!


Sobre la primavera egipcia: La opción laica

Desde faraones hasta islamistas han estado al frente de Egipto, pero ni los esclavos que hicieron las pirámides ni los que hoy gritan “democracia” han tenido una respuesta justa.
Luego de tres largos gobiernos de militares desde 1952 hasta 2011 (Nasser, Sadat y Mubarak) se proyectaron algunas posibilidades de recambio. La primera opción la encarnaba Gamal Mubarak, hijo del dictador, rodeado de élites empresariales, neoliberales, seguidores de los mandatos de la banca internacional y voceros de la apertura económica (no política) y el libre mercado. La salida de Mubarak fue la derrota temporal de esa propuesta.
Segundo, los Hermanos Musulmanes: creados por Hasán al Banna en 1928 y perseguidos por los gobiernos militares. Cuentan con un gran trabajo de base en hospitales, escuelas y redes sociales entre los más pobres. Llegaron al poder en 2012 y se perdieron en sus propios afanes de islamización y sus peleas internas. Dilapidaron el inmenso apoyo ganado en las urnas y pasaron de héroes a villanos.
Tercero, los militares: columna vertebral de los últimos gobiernos y dueños de grandes emporios comerciales. En la crisis de Mubarak jugaron la carta de la “neutralidad”, y ahora, en la crisis de Mursi, se presentan como los salvadores. Es ingenuo pensar que los guardianes de la democracia sean los que tienen a sus espaldas tantas violaciones de derechos humanos.
Queda el grupo que no se ha dejado obnubilar ni por el encanto de los programas sociales de los Hermanos Musulmanes, ni por el poder militar. A pesar de que el 90% de los egipcios son musulmanes, su apuesta no es por un Estado islámico, ni por una opción militar autoritaria. El ciudadano se impone sobre el creyente.
Los “laicos”, para llamarlos de alguna manera, agrupan a liberales, demócratas e izquierdistas, saben que no quieren a los militares ni a los Hermanos Musulmanes, pero no tienen ni una voz que los unifique ni una organización que los articule. Y esas dos debilidades los pueden llevar al fracaso.
Ni los mubarakistas, ni los Hermanos Musulmanes, ni los neoliberales han desaparecido del panorama político y tienen estructuras políticas para competir en una eventual elección. Así podrían volver a la arena política, reencauchados, como lo hacen ahora los militares. Estos aprendieron de 2011 y ahora ponen a un civil —Mansour— a que los represente para evitar el desgaste de gobernar con el uniforme puesto.
Queda la promesa de una nueva “transición”, como en 2011. Tal vez la gente en la calle sea la única garantía de que los militares no se apoltronen en el poder. Un ritual jurídico (constituyente, nuevos decretos) ya no aplaza el debate político por el creciente desgaste del valor simbólico del derecho.
Tumbar otro gobierno autoritario no construye automáticamente democracia. La Revolución francesa tomó décadas, más allá del asalto a la Bastilla. Lo que pasa en Egipto no es el fin de la revuelta árabe sino un capítulo más de la misma.
Por Víctor de Currea-Lugo
Tomado de Elespectador.com

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